En primer lugar, esto es un mensaje en una botella, no espero que nadie se precie a leerlo y tampoco pienso decirle a nadie que lo he escrito.
Metafóricamente claro, las botellas vacías hay que reciclarlas, no tirarlas al mar, hijos de puta.
Hoy es martes, comienzos de año, en una nueva oficina. Si, aún no os habéis olvidado de leer, el alma cándida que parecía que tanto coco le iba a servir para mierda dada su actitud ha acabado calzandose una corbata cada mañana, la camisa bien metida en el pantalón y los zapatos oprimiendo el meñique. De 8 a 3 soy una persona completamente formal que cuida que su empresa siga teniendo una plusvalía muy notable gracias a su trabajo. Fuera de ese horario...cualquiera que siga tratando conmigo sabrá que sigo siendo el mismo desgraciado. Pero bueno, empecemos por el comienzo.
Hace unos.. ¿7? años que salimos del colegio. Ese bálsamo en el cual teníamos nombre y apellidos, profesores que nos cuidaban y poco cuidado con todas las cosas. Esa etapa de la cual tanto nos quejabamos y la que mas nostalgia, o morriña como diría Rosalia (se que esto te gustará si lo lees), nos causa a todos con el mero hecho de recordarlo. Y, pese a que me encantaría ponerme sensible con los sentimientos que encuentras al pensar en aquella preciosa etapa de la vida de cada persona, esta entrada no es para eso, estos medios no son para eso.
Para esto esta el dejar el mensaje de como ha fluido la vida a partir de entonces. Así que, con ello me voy a poner.
Después de un paso bastante fugaz y superfluo por el insituto, en el cual mi vida, sin ningún rencor, se baso en destruir lazos para intentar mantener uno solo, entré a la carrera de mi vida. A mi dogma, a mi sino. Ingeniería Informática en la UPM. Bastante previsible para cualquiera que me conozca lo mas mínimo.
En aquella (lejana) universidad he pasado los últimos 5 años de mi vida. He generado nuevos lazos, he encontrado amigos, sexo, fiesta y, al final, incluso me he enamorado. He aprobado, he suspendido y, de vez en cuando, hasta he ido a clase. Pero, sobre todas las cosas, he disfrutado como no creía posible podía disfrutar.
El primer año fue una especie de prueba, llegabas allí, para encontrarte con una cantidad ingente de nuevas caras a las cuales querías poner nombre, creabas lazos con todo el mundo. Cada persona era la mejor amiga de cualquier otra y todo era paz y armonía. Asignaturas faciles, mero repaso sobre los conocimientos matemáticos adquiridos en bachillerato y (para mi) cosas que llevaba sabiendo sobre la informática desde que tengo uso de conciencia. Programaciones imperativas básicas, y pequeñas estructuras de datos con una complejidad nula.
A partir de ese año, las cosas cambiaron, la gente iba empezando a conocerse de verdad y se iban creando los tipicos grupetes de personas mas afines, como siempre, Javier debía llevarse bien con cada puta persona y solo iba a conocer y dejarse conocer por unas pocas. Siempre con una sonrisa en la boca y una broma bajo la manga. El eterno relaciones públicas (en serio, además era relaciones publicas de un desfase de fiesta, una bacanal con nata de por medio).
En tercero ya prácticamente no acudía a la facultad. Tuve algunos problemas familiares y prefería quedarme en mi barrio con mis amigos de toda la vida. Haciendo lo que podría y debe denominarse absolutamente nada. Dejando la sonrisa y las bromas en el humo que desprendía mi pecho. Perdí algunas amistades y las pocas veces que iba a la facultad no era lo mismo. Perdí el interés pero, obviamente, seguía aprobando y sacando mis exámenes adelante. Seguía teniendo mi grupo de siempre pero aparte la faceta de relaciones públicas de mi vida.
Entonces llego el cambio, me gustaba vivir bien (no he vivido en la miseria, pero nunca me ha gustado cortarme en nada y los vicios y las fiestas cada vez son mas caros), por lo que decidí cursar las prácticas en una empresa mediana, llamada AlamoConsulting. En Junio deje cerrado mi contrato de prácticas, pero necesitaba una cantidad ingente de efectivo para el verano por lo que, logré recuperar mi capacidad de persuasión natural y después de una (larga) charla con el CEO, quedé contratado con un contrato bastante suculento durante los meses de Julio y Agosto. Disfrute aquel verano como ninguno en mi vida, mi única limitación consistía en digerir las abismales cantidades de café que necesitaba cada mañana en la oficina. Fue un gran verano.
Después llego el odiado Septiembre y, contraponiendolo al Verano, fue el septiembre mas deprimente de mi vida. Mi sueldo bajo un 50% debido a que el contrato cambio y de repente me torne en becario, la gente ya no salía entre semana y cada día que pasaba el frío calaba mas en la piel. Aquel año fue duro, no he suspendido mas asignaturas en mi vida (ni cuando cayeron 5 por comportamiento). Nunca había sido un chico de ir a clase ni de llevarlo al día, perdí esa primera capacidad cuando entré al instituto, no obstante, siempre había tenido la mente despejada y descansada para poder sacarmelo todo con una semana de estudio por cuatrimestre.
Esa situación cambió, tenía una responsabilidad desproporcionada para mi sueldo en la empresa (al menos durante la etapa de becario), y el cerebro se resentía de aquellas 5 horas moviendo el mecanismo. Los pocos, poquísimos, días que acudía a la facultad estaba fatigado y no podía realizar nada. No obstante, siempre tenemos que tener un año sabatico con respecto a los estudios, todo por no humillar al resto de compañeros de la facultad.
A partir de entonces todo ha ido hacia arriba, me quedan muy pocas asignatura para acabar la carrera, tengo un puesto bastante bueno en mi empresa, con una responsabilidad proporcional a lo que llega cada penúltimo día de mes. Me organizo de manera decente e, incluso, hasta algún día voy a clase.
Por último, desear que si algún alma cándida accede a este blog por casualidad, aburrimiento o la causa que sea, deje un comentario acerca de que le ha parecido o simplemente poniendo un punto. Me gustaría saber que lo habéis leido, me gustaría sentir que este mensaje no ha sido tirado a un oceano infinito sino que al final, ha llegado a algún puerto.
Con muchísimo cariño,
Javi, el de la cresta que se torno en tupé.
martes, 13 de febrero de 2018
Mensaje en una botella
Publicado por
Javier
en
4:01
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